lunes, 2 de mayo de 2011

LA FIESTA DE LAS CRUCES – EL PERU ES MAS QUE 43 DISTRITOS

Salimos dispuestos a conocer algo de la tan mentada “Fiesta de las Cruces” que días antes de la partida me enteré, se celebra en varios países del mundo y que según cuentan se originó por el hallazgo de la cruz en la que supuestamente fue crucificado Cristo.
En el Perú esta fiesta es conmemorada en la sierra central, nuestro destino elegido: Cerro de Pasco, conocida como la ciudad más alta del mundo y no es para menos, está ubicada a 4338 msnm (casi nada).
Los paisajes a lo largo de la carretera central son, por decir lo menos, espectaculares. La variedad de vistas queda finalmente coronada por la imponente cordillera de los andes que se yergue majestuosa teniendo como fondo un cielo de un azul solemne.

Luego de 7 horas de camino llegamos a Cerro de Pasco el 1ro de mayo muy temprano, los primeros pobladores con los que nos cruzamos, en un tono amable, nos indicaron que las festividades más vistosas eran las del barrio de Buenos Aires en la que danzaba la mejor cuadrilla de los Negritos de Huánuco, nos pareció raro que los Negritos de “Huánuco” bailen también en Cerro de Pasco, quizás la división geográfica establecida por los gobiernos no funcione de la misma manera para esta gente que lucha con tanto fervor por mantener sus costumbres.
En el barrio de Buenos Aires no fue difícil ubicar la casa en la que se concentraba la fiesta. Un zaguán abierto que permitía ver mucha gente dentro, en la parte exterior la banda de músicos desayunando, al costado exterior del zaguán un horno de leña y en el balcón del segundo piso la cabeza de un toro y la carne de este, señal de abundancia y de bienvenida a todos. Y no solo se trataba de una señal, era el símbolo perfecto del carácter de esta gente, noble, generosa y confiada, gente de alma limpia, resultado de una cultura distinta a la que creemos imperante. Fue realmente sorprendente: apenas estacionamos el auto a unos metros de la casa escuchamos la voz de la mujer, que como en toda  casa era quien estaba a cargo, que al vernos nos dijo con voz de mando “ Adelante! Adelante! Que hay desayuno”. Ingresamos a la casa algo temerosos y tratamos de justificarnos explicando que veníamos a ver las festividades. Nuestras explicaciones no sirvieron de mucho, fuimos invitados por que la fiesta es de todos y porque para ellos no hay nada más importante que compartir su pobreza.
Mientras desayunábamos un “tazón” de lomo saltado nos enteramos que recién estaban iniciando la fiesta así que aun no había baile. Ese día en la noche recibirían los disfraces desde Huánuco y los danzantes se los vestirían el 3 de mayo para iniciar el baile. Era imposible esperar hasta entonces, había que partir.
En el camino de regreso la buena suerte quiso que nos cruzáramos con otra cuadrilla de Negritos de Huánuco que aunque no tenían la misma vistosidad y pompa que nos dijeron tenía la del barrio de Buenos Aires nos alegró el día, pues después de todo si los veríamos bailar. Danzaban en plena carretera central, deteniendo el tráfico que a esa hora ya era intensa. Por lo menos durante las festividades los comuneros son dueños de sus territorios. La dinámica fue la misma, danza hasta la casa de los mayordomos, almuerzo para todo el que quiera ser parte de la fiesta, un trato especialmente generoso para los forasteros y la alegría de compartir los momentos de felicidad.
Cuan vigente está la visión de aquellos que trataron de demostrarle al país entero que el Perú es más que 43 distritos. Y sin embargo cuan olvidados están estos pensadores que deberían ser quienes con su forma de ver a la patria iluminen nuestro destino. Recordé a Arguedas y Ciro Alegría a quienes tuve la dicha leer hace tantos años atrás.
Lamentablemente, como ellos y otros más mostraron en su obra, el dilema del Perú sigue siendo el ser un territorio en el que conviven varios países distintos que se niegan a reconocerse mutuamente.

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