martes, 7 de junio de 2011

El pueblo habló...

Luego de una campaña electoral singularmente reñida y matizada con confrontaciones por demás exageradas, se ha confirmado que ya tenemos nuevo presidente electo del país para el periodo 2011 -2016. Es la primera vez que a través del voto democrática la izquierda peruana accede al poder y es la obligación de todos los peruanos reconocer el triunfo del señor Ollanta Humala y esperar, en actitud vigilante, que las promesas y juramentos hechos por el presidente electo, se cumplan.
Considero que es importante analizar hoy algunas conclusiones importantes que nos deja esta elección:
1ro. Creo que es inaceptable que un país que crece a ritmo vertiginoso y muy por encima de los promedios regionales, tenga aun hoy grandes porcentajes de la población en extrema pobreza y que muy pocas de estas zonas hayan recibido algún apoyo de parte del estado  en esta etapa de bonanza que se inicio ya hace mas de 10 años. Los programas de asistencia económica a los sectores más pobres han sido en esos últimos 10 años, por decir lo menos, insuficientes. El asistencialismo no es la solución para las diferencias económico-sociales del país, pero en un país con tantos pobres, es una medida necesaria para mitigar el mal mientras se ejecutan las medidas de fondo.
2do. Creo que es igualmente inaceptable que durante esta época de bonanza no se haya iniciado prácticamente ninguna reforma integral orientada a brindar servicios básicos de calidad a toda la población y de esta manera reducir la brecha de desigualdad social. Al mencionar servicios básicos, me refiero a la salud, a la educación, al agua y desagüe a la electrificación y a la interconexión de todo el país. Los servicios básicos que reciben los pobres son, a diferencia de los servicios particulares, de una calidad extremadamente baja.
3ro. Creo que la regionalización ha sido un proceso que se ha realizado sin planificación suficiente pues no se regionaliza un país solo con asignar fondos diferenciados a los gobiernos locales de acuerdo a la generación de riqueza en cada zona, este proceso debe ser complementado con una verdadera legislación que asegure la utilización adecuada de los fondos. Si, escúchelo bien no dije solo utilización, dije “utilización adecuada” de los fondos, con apoyo técnico y profesional en el desarrollo y evaluación de proyectos que apunten al desarrollo social sostenido de la región y evitar que los presupuestos no se utilicen y sean devueltos o se usen en obras escandalosamente innecesarias.
El país votó por un cambio, pero es claro que no por un cambio en cuanto al modelo económico que ha generado tanto crecimiento en los últimos años. El Perú votó por un cambio en el estilo de gobernar, por un cambio estructural en las políticas de desarrollo social y productivo. El Perú voto por un cambio en la actitud de sus gobernantes frente a este escenario de crecimiento pero que no es aun un escenario de bienestar social.
El próximo gobierno tiene el deber histórico y la gran oportunidad de realizar las reformas estructurales necesarias para hacer del Perú un país más viable. Muchos de los candidatos que participaron en esta contienda coincidían en proponer soluciones a estos problemas estructurales, el presidente electo tiene la gran oportunidad de iniciar estos cambios que la sociedad reclama:

-          Programas de asistencia serios y contundentes para aliviar inmediatamente la extrema pobreza.
-          Cambios radicales e inversión de fondos para hacer que los servicios básicos sean de alta calidad para todos los peruanos.
-          Una revolución educativa que le brinde las mismas oportunidades de progreso a todos.
-          Modificación de las leyes relacionadas con la regionalización para asegurar que los recursos sean utilizados de manera eficiente y eficaz.

De lograr estos cambios que el país reclama, el Perú se transformará en un país absolutamente viable y podremos sentirnos ya encaminados hacia el grupo de los países que se liberan del lastre de la pobreza extrema y se enrumban al desarrollo.
De no lograrlos, ahora sí, el sistema democrático se verá en serios riesgos en cuanto a su validez y pertinencia, pues hay reclamos sociales que no pueden esperar más.
El nuevo gobierno tiene un complicado pero a la vez hermoso reto, hacer de este un país más justo.

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